¿Qué Querrá Carlitos?
Etiquetas: gallina, número 02 0 comentarios¡A mí no me engañan! Hace unos días el buen Slim dijo, en compañía del otrora presidente estadounidense Billy Clinton (que estuvo en boca de todos, aunque nunca como en boca de la Lewinsky jajajajajaja), que aportaría 50 millones de pesos para América Latina. ¿Qué tramará? Porque déjenme contarles que mis sospechas son fundadas y vienen a partir de lo que sé sobre la compra de Telmex.
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¡A mí no me engañan! Hace unos días el buen Slim dijo, en compañía del otrora presidente estadounidense Billy Clinton (que estuvo en boca de todos, aunque nunca como en boca de la Lewinsky jajajajajaja), que aportaría 50 millones de pesos para América Latina. ¿Qué tramará? Porque déjenme contarles que mis sospechas son fundadas y vienen a partir de lo que sé sobre la compra de Telmex.
Yo les digo que ¡a mí no me engañan! Cuando Carlitos (Slim, no Salinas, aunque ambos empiecen con S y terminen con aquél jo jo jo) era pequeño le gustaban dos cosas: los Gancitos y hacer bromas telefónicas. Desde que eran las 6 de la mañana, tomaba el auricular, abría el directorio telefónico familiar y hablaba a cualquier víctima para hacerle inocentes bromas: desde el clásico "señora, ¿su refrigerador camina? Pues alcáncelo que se va?" hasta el más elaborado "¿tiene pelotas de hule?..." y ustedes imaginen cómo termina la chitosa frase.
En fin, en una ocasión, ya más crecidito Carlitos, pensó que sus bromas ya eran muy conocidas por todos los conocidos de su familia y ya no causaban el mismo efecto. Fue en ese momento cuando vislumbró que quería ser dueño de una libreta de direcciones más grande, la más grande de todo el país. Preguntó a su padre y este le dijo que si quería tal cosa tendría que tener a Telmex, cosa, en ese momento impensable.
Pero para Carlitos la vida no tenía sentido sin bromas y no había bromas sin números telefónicos. Luego entonces, la solución era tener a Telmex bajo sus brazo para poder tener aquella libretota. Y así, entre sudores y trabajo y un poquito de esto y de aquello, Carlos Slim compró Telmex. Dicen las lenguas sabias que aquél día se encerró en su oficina y pasaron dos meses antes de verlo salir, con una gran sonrisota. Todo el tiempo en que se enclaustró, salían carcajadotas de sus aposentos. Vano es decir que el niño Carlos se dedicó a realizar bromas a diestra y siniestra, siempre de manera aleatoria (aunque aquí entre nos, y no se lo vayan a contar, el 90% de los números marcados aquellos días pertenecían a los que estaban en la libreta de su padre... pero no le digan porque se vaya a decepcionar).
Teniendo en cuenta esta pequeña anécdota... ¿Qué estará tramando ahora el buen Carlitos? ¿Qué otro trauma querrá superar? PA saber...
fuente CNN Expansión
¡A mí no me engañan! Hace unos días el buen Slim dijo, en compañía del otrora presidente estadounidense Billy Clinton (que estuvo en boca de todos, aunque nunca como en boca de la Lewinsky jajajajajaja), que aportaría 50 millones de pesos para América Latina. ¿Qué tramará? Porque déjenme contarles que mis sospechas son fundadas y vienen a partir de lo que sé sobre la compra de Telmex.
Yo les digo que ¡a mí no me engañan! Cuando Carlitos (Slim, no Salinas, aunque ambos empiecen con S y terminen con aquél jo jo jo) era pequeño le gustaban dos cosas: los Gancitos y hacer bromas telefónicas. Desde que eran las 6 de la mañana, tomaba el auricular, abría el directorio telefónico familiar y hablaba a cualquier víctima para hacerle inocentes bromas: desde el clásico "señora, ¿su refrigerador camina? Pues alcáncelo que se va?" hasta el más elaborado "¿tiene pelotas de hule?..." y ustedes imaginen cómo termina la chitosa frase.
En fin, en una ocasión, ya más crecidito Carlitos, pensó que sus bromas ya eran muy conocidas por todos los conocidos de su familia y ya no causaban el mismo efecto. Fue en ese momento cuando vislumbró que quería ser dueño de una libreta de direcciones más grande, la más grande de todo el país. Preguntó a su padre y este le dijo que si quería tal cosa tendría que tener a Telmex, cosa, en ese momento impensable.
Pero para Carlitos la vida no tenía sentido sin bromas y no había bromas sin números telefónicos. Luego entonces, la solución era tener a Telmex bajo sus brazo para poder tener aquella libretota. Y así, entre sudores y trabajo y un poquito de esto y de aquello, Carlos Slim compró Telmex. Dicen las lenguas sabias que aquél día se encerró en su oficina y pasaron dos meses antes de verlo salir, con una gran sonrisota. Todo el tiempo en que se enclaustró, salían carcajadotas de sus aposentos. Vano es decir que el niño Carlos se dedicó a realizar bromas a diestra y siniestra, siempre de manera aleatoria (aunque aquí entre nos, y no se lo vayan a contar, el 90% de los números marcados aquellos días pertenecían a los que estaban en la libreta de su padre... pero no le digan porque se vaya a decepcionar).
Teniendo en cuenta esta pequeña anécdota... ¿Qué estará tramando ahora el buen Carlitos? ¿Qué otro trauma querrá superar? PA saber...
fuente CNN Expansión
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