El ajedrecista I
Etiquetas: Elefante, número 03 0 comentariosGeorge Soros suspira, bebe un sorbo de whisky en las rocas y mueve el alfil negro (color petróleo). Se levanta de su silla, mira por la ventana de la Torre Mayor (¡sí la que esta en el DF!) mientras fuma, camina con paso decidido al otro lado del escritorio y se sienta frente al tablero de ajedrez para pensar el siguiente movimiento de las blancas...
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George Soros suspira, bebe un sorbo de whisky en las rocas y mueve el alfil negro (color petróleo). Se levanta de su silla, mira por la ventana de la Torre Mayor (¡sí la que esta en el DF!) mientras fuma, camina con paso decidido al otro lado del escritorio y se sienta frente al tablero de ajedrez para pensar el siguiente movimiento de las blancas.
Soros pudo a ver sido un gran maestro de ajedrez, sin embargo desde que era niño nunca encontró un rival de su nivel, por lo cual prefirió jugar solo; desde entonces todos sus “amigos” dicen que esta loco, pues además le gusta ponerle nombres a las piezas y a las casillas.
Hay un caballo negro que se llama Mijeíl Saakashvilino, el cual fue muy útil en su momento, desde la casilla de Georgia, para poner en jaque a la torre blanca, que se llama Vladimír Putin; pero ahora el pobre Mijeíl es blanco fácil del alfil Dmitri Medvédev, que amenaza peligrosamente desde la casilla de Osetia del Sur.
Actualmente la principal preocupación de Soros (cuando juega con las blancas), es como deshacerse de la reina negra, llamada George Bush, que por mucho tiempo tuvo en jaque, desde la casilla Estados Unidos, a prácticamente todas las piezas y casillas; la pieza clave de las blancas para comerse a la reina negra es el peón Obama.
El ajedrez es un juego complicado, pocos lo entienden; por eso es el pasatiempo favorito de Soros, es un reto personal prolongar la partida el mayor tiempo posible, por eso no le gusta que nadie lo moleste mientras juega, sabe que una distracción puede poner en serio peligro el juego, como aquel once de septiembre, cuando tuvo que sacrificar las torres negras.
Fuentes: BBC, Jornada, Paz Digital, Voltairenet
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